Revista de Investigación Enlace Universitario Volumen 17 (1) Enero - Diciembre 2018
ISSN Digital: 2631-245X
VALOR COMPARTIDO SOSTENIBLE: UN ENFOQUE
MULTIDIMENSIONAL PARA LA GESTIÓN ESTRATÉGICA DE LA EMPRESA.
SUSTAINABLE SHARED VALUE: A
MULTIDIMENSIONAL APPROACH FOR TO STRATEGIC MANAGEMENT OF THE COMPANY
Sergio Vaca1; Yanet Ortega1,2;
Kléver Moreno2
1Universidad
de las Fuerzas Armadas-Extensión Latacunga/Ecuador, Departamento de Ciencias
Económicas, Administrativas y del Comercio
RESUMEN
En
este documento se propone un punto de vista general del principio del valor
compartido desde una cosmovisión sostenible mediante un análisis hermenéutico y
reflexivo hacia la consolidación de argumentos valiosos que reflejen en
prospectiva el camino a seguir para la toma de decisiones en la agenda
estratégica de las empresas en virtud de que hoy en día es común notar que las organizaciones del mundo están más
preocupadas por sus rendimientos financieros que por el uso moderado de los
recursos y el respeto del medio ambiente. Con fundamento en bases teóricas y
epistemológicas de la teoría de la creación de valor compartido orientado a la
gestión empresarial se desarrolla un nuevo constructo: Valor Compartido
Sostenible, que incorpora la dimensión sostenible como objeto de investigación,
al contenido con el fin de comprender la relación sistémica e
interdisciplinaria de las teorías; así como también, resalta la necesidad de
adoptar nuevos paradigmas que generen resultados actuales e intergeneracionales
de impacto.
PALABRAS
CLAVE: Creación de valor compartido, desarrollo
sostenible, gestión estratégica empresarial,
responsabilidad social corporativa, responsabilidad ambiental
sostenible,
ABSTRACT
This document proposes a general point of view of the
shared value principle from a sustainable worldview through a hermeneutic and
reflective analysis towards the consolidation of valuable arguments that
reflect in the future the way forward for decision making in the strategic
agenda of the companies because today it is common to observe that the
organizations of the world are more concerned about their financial returns,
than for the moderate use of resources and respect for the environment. Based
on the theoretical and epistemological bases of the theory of shared value
creation oriented to business management, a new construct is developed:
sustainable shared value, which incorporates the sustainable dimension as an
object of research, in order to understand the systemic and interdisciplinary
relationship of the theories; it also highlights the need to adopt new
paradigms that generate current and intergenerational impact results.
KEY WORDS: Creation
of shared value, corporate social responsibility, sustainable environmental
responsibility, sustainable development, strategic business management.
Recibido: 2 de septiembre de 2018
Aceptado: 8 de noviembre de 2018
Publicado como
artículo científico en Revista de Investigación Enlace Universitario V(17),
65-77
DOI: https://doi.org/10.33789/enlace.17.42
INTRODUCCIÓN
Los
escenarios para la gestión empresarial en esta época del crecimiento acelerado
de la oferta de bienes y servicios,
marcan una tendencia más exigente en la demanda de prestaciones con valor agregado diferenciado
y multipropósito; las empresas, independientemente del tipo de actividad, están cada vez más preocupadas
no sólo por sus rendimientos financieros para su crecimiento, sino también de
otros aspectos que representan enormes desafíos en el contexto social, económico
y, sobretodo, ambiental.
Esta
necesidad crucial de crecer en un contexto multidimensional, en la última
década, generó la propuesta del ¨valor compartido, teoría planteada y difundida
por Michael Porter y Mark Kramer (2011)
cuyo contexto fundamentalmente explica la manera de en alcanzar el éxito
económico con el criterio de responsabilidad social corporativa, creando valor
para la sociedad al ¨abordar sus necesidades y desafíos¨. La relevancia de este
análisis reside en la necesidad de implementar modelos de gerencia que
promuevan desarrollo económico, ambiental y social en el entorno en el cual
operan las organizaciones.
Existe,
empero en el campo disciplinar de las ciencias administrativas, el dogma de que
las organizaciones, para crecer, se deben a una gestión basada en el lucro, desestimando
la importancia de la responsabilidad social corporativa (RSC), de manera que
aún subyacen estereotipos contrarios a la creación de valor enfocada hacia
todos los grupos de interés en una
sociedad que hoy en día debe ser altamente participativa e interactiva para la
consecución de los objetivos que garanticen la plena calidad de vida. Para ser
más específicos, en la época actual urgen cambios sustanciales en la
cosmovisión administrativa, en donde la hermenéutica cumple un elemento vital
en el manejo gerencial que rompa barreras paradigmáticas para optar por nuevos
mecanismos de creación de valor.
Avanzando
en éstos razonamientos, es importante
resaltar que la creación de valor
compartido no significa creación valor, pues crear valor es un objetivo
financiero que persigue únicamente fines de lucro es decir, la creación de
beneficios exclusivamente tanto para la empresa como para los accionistas,
mientras que el valor compartido parte
de una perspectiva filosófica, es un paradigma que estimula a los empresarios a
la creación de valor no sólo para sí mismos, sino para todos los grupos de
interés sean éstos internos como externos, con una visión prospectiva hacia el
servicio en materia social y ambiental como elementos constitutivos
fundamentales para el desarrollo sustentable.
Otros
aspectos pertinentes de mencionar son las características intrínsecas de la
responsabilidad social corporativa (RSC) y la creación de valor compartido
(CVC). Mientras que la primera tiene entre sus objetivos el mejoramiento social
y ambiental, la segunda como se mencionó
en el parágrafo anterior es un modelo que se preocupa a su vez del desarrollo económico compartido de
las partes interesadas conocidas comúnmente bajo el término inglés
stakeholders,
Por
consiguiente, las ideas que se plantean respecto al constructo denominado valor compartido sostenible, tienen como finalidad determinar la
viabilidad de su uso en las prácticas estratégicas empresariales,
contextualizando la epistemología de las teorías antes expuestas, con
argumentos introductorios para luego llevarlas al campo de la interpretación y
contribuir a la generación del saber en este campo de conocimiento de gran
interés por los desafíos que la globalización de la industria y el comercio
representan hoy en día.
MATERIALES Y MÉTODOS
La
investigación para este artículo es documental. Se sustenta en información
secundaria con fuentes actualizadas y teoría de autores especialistas en los
temas, tales como: Porter, Michael, y Mark Kramer (2011); Niccolas, Garnica, y
Torres (2012); Romaní, Juan Cristóbal Cobo (2011), Chiavenato (2010) entre
otros. Los argumentos planteados parten desde una visión hermenéutica
complementada con análisis reflexivo para determinar la importancia de las
prácticas actuales de sostenibilidad en la gestión estratégica corporativa,
basada en la creación de valor compartido
sostenible.
La
metodología, previamente se fundamenta en un arqueo de fuentes bibliográficas
para identificar las conexiones del tema de estudio con la realidad empresarial;
las fuentes se almacenan en una base de datos mediante un gestor bibliográfico;
y finalmente, se ensambla el estado del arte mediante una estructura de
análisis y discusión con abstracción de argumentos y formulación de
conclusiones.
RESULTADOS
Valor Compartido
La
teoría de la creación de valor o valores compartidos fueron planteadas y
difundidas por Michael Porter y
Mark Kramer (2011), cuando en sus
propuestas abordaron el tema de la competitividad como uno de los aspectos
claves para complementarlo estratégicamente
con lo que ellos denominan ¨la
salud de las comunidades¨, es decir,
la empresa como tal debe buscar su desarrollo sostenible agrupándose en
comunidades exitosas para contribuir con valor
a través de productos y servicios que favorezcan exitosamente a los grupos de
interés externos como: clientes, proveedores, comunidad, Estado, etc., que
marquen un cambio sustancial en la transformación de la economía y la calidad
de vida de la sociedad.
[…] cada vez se
acuña con más fuerza un concepto que va más allá de la responsabilidad social,
la filantropía y aún la sustentabilidad. Se trata del valor compartido que […]
se enfoca en identificar y expandir las conexiones entre el progreso económico
y el social. De esta manera, la generación de valor económico empresarial, está
relacionada y depende de la creación de valor para la sociedad (Porter, Michael y
Kramer, 2011).
Resulta evidente, de acuerdo a la reflexión expuesta, que el progreso industrial en las últimas décadas ha ocasionado degradación medioambiental, socavando los recursos que en tiempos pasados eran abundantes. Es por este motivo que, muy preocupados por la situación ecológica y social del planeta, los autores de esta teoría dedicaron un espacio de tiempo hacia una propuesta que contribuya a la solución de estos problemas.
Antes
de revisar el concepto del valor, se
tiene que conocer sus orígenes históricos para dar paso a su análisis
epistemológico. La teoría del valor nació
como respuesta al contexto esencial de la naturaleza económica, porque, de
acuerdo a los preceptos de la economía política y social, los individuos son
libres y autónomos. Los individuos por sí, buscan ser autónomos a través del
dinero, por lo que se deduce que crear valor es importante por sus principios
que se pueden expresar de manera cuantitativa; es, “la maximización del
rendimiento de la inversión de los accionistas en el largo plazo. […], la
aportación de valor debe extenderse al mayor número de actividades posible
dentro de la organización” (Franklin,
2007, p. 137)
Los objetivos que
incluye un proceso para medir la creación de valor económico en la empresa van
desde asegurar que la utilidad o riqueza generada sea lo suficientemente grande
para cubrir el costo de todas las fuentes de financiamiento de los recursos
invertidos en el negocio. Ídem.
Sin embargo, en torno al enfoque social; es decir, frente a la responsabilidad social, el valor comprende otros aspectos que no sólo son económicos, sino más bien, resultados que beneficien a la producción y al desarrollo social, para sí contribuir al fortalecimiento de un sistema saludable, sostenible y responsable. (Muñoz, 2013)
[…] existen numerosos campos donde los intereses de la sociedad y la empresa coinciden, apareciendo muchas oportunidades donde “crear valor compartido” (valor social y económico). Por tanto las compañías deberán detectar aquellas actividades de la cadena de valor que más impacto social tengan, tratando de mejorarlas consiguiendo el máximo valor social, reforzando su estrategia y generando posibles ventajas competitivas al mismo tiempo. Se trataría de pasar de una RSC reactiva (que se limita a atender las necesidades de los stakeholders y mitigar las consecuencias negativas de los diferentes negocios) a una RSC estratégica (donde las empresas trataran de identificar aquellas iniciativas donde la creación de valor compartido pueda ser mayor y más relevante).
Desde
ese punto de vista se puede comprender que el valor también es filosófico, el
mismo que ha sido también estudiado por la axiología para explicar los
distintos ámbitos y tipos del mismo.
[…] la palabra
valor se emplea en la vida diaria con varios significados. El más usual es el
económico que se popularizó a partir del siglo XVIII. También designa la
cualidad de la persona que hace frente a las dificultades y peligros. Ahora
bien, el sentido más universal del término lo divulgó la axiología desde
finales del siglo XIX hasta nuestros día, definiéndolo como “aquello que todos pretenden, lo que
rompe su indiferencia y les mueve a obrar” (Ríos,
2001, p 25).
Otra
explicación del valor es aquella que tiene que ver con la gestión empresarial,
las empresas desde décadas atrás propendían a generar riqueza en base a la
explotación de los recursos sin pensar en medidas conservacionistas, existen
diversas maneras de generar valor en una compañía, como por ejemplo desde el
enfoque de los recursos humanos; del diseño del empaque; de la exclusividad o
de la atención al cliente, entre otras. Pero en la actualidad si se quiere ser
exitoso, se debe crear estrategias efectivas, para cautivar todos los días a
los clientes nuevos y a los que ya son compradores, y ofrecerles un valor extra
que los haga seguir apostando por los productos o servicios.
La creación de
valor suele depender de la innovación. Muchas empresas están descubriendo que,
en el entorno competitivo actual, el crecimiento rentable requiere, por un
lado, más que un énfasis juicioso en las adquisiciones y, por el otro, algo más
que una “sustracción” cuidadosa […]. Han comprendido que una de las respuestas
está en crear más valor proveniente de sus negocios centrales sin aprovechar
las capacidades centrales en nuevas oportunidades de mercado. Esto, a su vez,
exige un mayor énfasis en la innovación. (Kluyver,
2001, p. 121).
El Valor
compartido
En
relación con las implicaciones acerca de gestión moderna de los negocios,
resulta pertinente considerar los desafíos que representa la competencia
agresiva, para lograr su posicionamiento. Es por este motivo que las
organizaciones están obligadas, para sostenerse en el mercado, a la búsqueda de
nuevas oportunidades; para ello los gerentes deben cambiar paradigmas y diseñar
sus productos y servicios en el marco de
la cadena de valor con una mirada amplia que incluya la comunidad y no se
centre sólo en los mercados, se habla entonces de la gestión para crear valor
compartido, que de implementarlo con responsabilidad, será factible obtener
beneficios extras para mejorar el estilo de vida de la sociedad. En primer
lugar, se parte del siguiente concepto como hilo conductor del objeto de
estudio:
El concepto de
Creación de Valor Compartido puede ser definido como la práctica de políticas y
operaciones que incrementan la competitividad de las empresas mientras de
manera simultánea avanzan y mejoran las condiciones económicas y sociales en
las comunidades en las cuales operan. (Niccolas, Garnica, y Torres, 2012)
Atendiendo
al significado de esta teoría, la Creación de Valor Compartido, representa una
estrategia efectiva para dirigir organizaciones en pro de la competitividad y
desempeño, la globalización de los mercados nos impone generar la capacidad de
aprender a valorar con el uso de la razón y la voluntad, las acciones que
buscan lo bueno, justo, noble y valioso, enfocadas la sociedad. Esta teoría del
valor compartido es también conocida
como el círculo virtuoso de las
organizaciones, cuya fuerza radica en que las empresas deben mantener una
interdependencia mutua con la sociedad, es decir, que todas las acciones
orientadas por éstas, al final, retornan a ellas mismas con mejores beneficios
que al final, constituyen resultados exitosos.
Para
lograr esto, las organizaciones deben cumplir con parámetros de servicio en
base a las necesidades sociales, como se describe en la siguiente cita:
“Exteriorizar un
comportamiento responsable y honesto, que avale el mantenimiento del equilibrio
entre la empresa y el medio ambiente en el proceso productivo.
Dar valor (apoyo
en situaciones problemáticas) a los proveedores y empleados implicados y
consolidar las relaciones con la sociedad.
Efectuar
inversiones a largo plazo, que favorezcan a la comunidad y a los accionistas de
la empresa.
Cuidar y
salvaguardar el medio ambiente ya que cualquier empresa está íntimamente
relacionada con el futuro del planeta.
Cambiar la
mentalidad de todo el personal de la compañía incluyendo los CEOs para poder
implementar este círculo.” (García,
2013)
En
consecuencia, desde la visión epistemológica de la responsabilidad Social encaminada a la creación de valor compartido,
surge una inflexión en los paradigmas “conservadores” corporativos, paradigmas
que deberían cumplir responsablemente con las necesidades de los grupos
de interés, llámense consumidores, comunidad, administración pública, país,
etc.; igualmente, con el trabajo en base a alianzas estratégicas, conformando
clústeres empresariales; y, la conservación el medio ambiente y los recursos
Responsabilidad
social corporativa (RSC)
En
los momentos actuales, el concepto de responsabilidad social corporativa,
responsabilidad social o responsabilidad corporativa tiene diversos sentidos,
debido a que las empresas han dejado de ser las típicas filantrópicas
responsables con el cumplimiento de las leyes y el pago de impuestos, transformándose en instituciones
conscientes de su entorno social, que contribuyen a la mejora y el desarrollo
de la sociedad.
Bajo esta mirada de la RSE, la preocupación principal estaba basada en la distribución de recursos cuando las empresas obtenían utilidades y no en lo responsable que son las empresas durante el desarrollo de su negocio. Una empresa que no era responsable con sus trabajadores o proveedores durante el proceso de transformación de insumos a productos (con bajos salarios, no cumplimiento de contratos, etc.), pero que repartía una parte de las utilidades a distintos grupos de interés, igualmente podía ser catalogada como empresa responsable. (Cancino y Morales, 2008, p 8).
Tomando en cuenta estos aspectos, la Responsabilidad Social Corporativa no es una política que lo crean las empresas, sino la respuesta a las necesidades sociales, es el alineamiento de entre lo que el cliente lo necesita y lo que la empresa puede ofrecer, dado que cada vez los mercados son más exigentes. La RSC constituye el fundamento para la creación del valor compartido porque es el andamiaje para promover el desarrollo de la sociedad en su conjunto, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida, el crecimiento económico, respeto al medio ambiente y el uso sostenible de los recursos.
Responsabilidad
ambiental sostenible
En
los actuales momentos, la preocupación por el medio ambiente ha generado una
serie de cambios en la vida de los países. Por esta razón se ha desarrollado el
concepto de responsabilidad medioambiental, mecanismo por el cual se puede
determinar la influencia del ser humano y las organizaciones en el equilibrio
de la naturaleza.
Antes
de entrar en consideración se plantea una breve conceptualización del término
sostenible, significa “una relación entre los sistemas económicos y los
sistemas ecológicos en la cual la vida humana puede continuar indefinidamente” (Trujillo
y Bedoya, 2006, p.203).
Esta reflexión enfatiza en el aspecto medioambiental y por consiguiente, en la
responsabilidad de las organizaciones para garantizar los derechos de la vida
en pro de las generaciones futuras. Gardetti (2004), citado por Franklin
(2007), menciona:
[…] la
responsabilidad ambiental posee un fundamento ético y operativo, el cual, por
un lado, está fundado en una ética de reciprocidad y compromiso
(intergeneracional) que impulsa hacia una forma distinta de gestionar,
producir, consumir y relacionarse entre las empresas y su entorno. Así mismo,
responde a necesidades “operativas” de los diferentes agentes públicos y
privados, expresadas en la búsqueda de una mayor innovación y (Eco) eficiencia
traducida en un mejor resultado en el cumplimiento de sus respectivas misiones.
Por ejemplo, la empresa puede ser rentable a largo plazo; la entidad
fiscalizadora puede ser efectiva en su labor; o la ONG puede fortalecer su
sostenibilidad y desarrollo institucional. (s.n)
Tomando
en cuenta que, las empresas son los principales contaminantes del planeta, se
tiene que implementar medidas restrictivas para que la gestión de las mismas
incluya prácticas sostenibles. En este aspecto, las Leyes y la voluntad
política constituyen un factor fundamental para que ello se respete, porque en
la mayor parte son causantes de la emisión de gases de efecto invernadero o
desastres, que degradan el ambiente y causan problemas de salud, y en muchos
casos, la muerte de los seres vivos.
Las capacidades de
regeneración y asimilación deben ser consideradas capital natural. El no
mantenimiento de estas capacidades debe ser considerado como consumo de
capital, y por tanto como no sostenible. El capital, tanto el natural como el
que es obra del hombre, puede ser mantenido a niveles diferentes. Nuestra
intención no es mantener intacto el capital a cualquier nivel, sino al óptimo.
En el caso de los recursos renovables (bancos de pesca sujetos a captura,
ganado, árboles, etc.), se sabe desde hace mucho tiempo que existe un tamaño de
stock que permite obtener un rendimiento máximo por período de tiempo. (Riechmann,
1995, p. 12)
Desarrollo
sostenible (DS)
Partiendo
desde una perspectiva general, el desarrollo sostenible es un concepto en
constante cambio y aún no existe un único significado. La versión clásica
obtenida del Informe Brundtland, por ejemplo, según Cayuela, D., Cervantes, G.,
Sabater, A., y Xercavins, J. (2005), establecen que el “Desarrollo sostenible
es aquel que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (p. 76).
En
este marco, es pertinente resaltar el origen etimológico de este vocablo de
alta trascendencia que ha transformado la realidad socio económica de los
países; así pues, su génesis tiene origen en el adjetivo sostenible, “que se
deriva del latín sustenere que
significa sostener o mantener elevado, con lo que el significado literal desde
una perspectiva ecológica es el mantenimiento de la base de los recursos
naturales”. La configuración epistemológica,
ligaba a este término; según Gudynas
(2003), “los atributos
ecológicos de una especie, como la dinámica de sus poblaciones, con los usos
productivos, los que a su vez dependían de la estrategia de desarrollo que
seguía el país” (p.46).
Vinculado
a estas consideraciones, la teoría de la sostenibilidad, sugiere además otros
aportes, como lo que se menciona en este mensaje:
"[…] incluye
características necesarias junto a otras que son deseables, y por tanto no
puede construirse según una versión única; es un proceso más que un estado, de
forma que no es obtenida de una vez para siempre y preserva la posibilidad del
cambio; une reglas de gestión ecológicamente responsable a la manera de las
propuestas de Daly con principios de equidad socio-política, participación
ciudadana, descentralización y pluralidad cultural..." (Riechmann
J., 1995, p. 16).
En consecuencia, en base a estos criterios, queda claro que la
sostenibilidad o desarrollo sostenible, más que un modelo de gestión, es un
compromiso con los diversos actores o involucrados del sistema económico del
área de influencia; es decir, no basta solamente impulsar el desarrollo necesario
en sus empresas sino generar proactivamente valor para la sociedad presente y
futura.
Como seguimiento a los argumentos expuestos, para lograr comprender el campo de acción de la teoría, necesariamente se tiene que recurrir a sus modelos: La sostenibilidad débil y la sostenibilidad fuerte, cuyo texto en términos generales pretende:
[…]. modificar
los actuales modelos de desarrollo, incluyendo consideraciones ambientales
estrictamente correctivas. Predomina un enfoque económico de la sostenibilidad,
referido al mantenimiento en el tiempo de una renta sostenible que posibilite
mayores cotas de consumo per cápita, más utilidad de recursos naturales y
tecnológicos, y un mayor bienestar. La sostenibilidad se plantea como una nueva
modalidad de eficiencia económica aplicada al uso de bienes y servicios del
medio ambiente. (Gutierrez y Pozo, 2006, p.33)
La
afirmación anterior se enfoca hacia la existencia en el tiempo tomando en
cuenta el aspecto rentable de las organizaciones; en otras palabras, este
modelo lo que pretende es que las instituciones deben preocuparse de ser sostenibles
económicamente, sin enfatizar en el impacto ecológico.
En
contraste a lo expuesto en el parágrafo anterior, la sostenibilidad fuerte,
conlleva la responsabilidad adicional en el uso de los recursos y la
conservación del medio ambiente “partiendo de la base de que las condiciones de
incertidumbre, de ignorancia y de irreversibilidad en la degradación de los
sistemas naturales, así como el agotamiento de los recursos, deben ser
considerados por encima de los criterios de eficiencia economicista” (Gutierrez
y Pozo, 2006, p.34). En efecto. Por las
condiciones actuales del planeta no basta solamente “sustituir el capital
natural y transformarlo en capital artificial o manufacturado, por la sencilla
razón de que existen determinados activos ambientales que son esenciales para
mantener las condiciones básicas de vida (la atmósfera, el agua, la capa de
ozono, el sistema climático, la biodiversidad genética y
cultural”. Ídem.
En
resumen, la certeza que reflejan los argumentos citados marcan un antes y un después
en el campo de la aplicación del desarrollo sostenible. Es de entenderse que
estamos viviendo momentos en los cuales urge responsabilidad en el manejo de
nuestros recursos especialmente no renovables. Se puede entonces notar que es
imprescindible el conocimiento científico de los términos de análisis para
conducir el estudio en la dirección correcta.
Dimensiones del
desarrollo sostenible
Siendo
la epistemología el conocimiento reflexivo elaborado con rigor sobre las
teorías del objeto en cuestión, conviene en este acápite resaltar además sus
dimensiones. Existen por lo menos cien definiciones con respecto al tema, y se
han barajado una serie de postulados (Teoría
de las tres dimensiones de desarrollo sostenible | Artaraz | Revista
Ecosistemas», s. f.).
El desarrollo sostenible consistirá en sostener los recursos referentes al
capital humano, capital físico, recursos ambientales, recursos agotables;
sostener los niveles de consumo; perseguir la integridad de los procesos,
ciclos y ritmos de la naturaleza; y, sostener los niveles de producción”.
Se
identifican por lo menos cuatro dimensiones específicas en el desarrollo sostenible, la social,
económica, ambiental y político-institucional. La dimensión social,
“no sólo está
referida a la distribución espacial etaria de la población sino que, remite, de
manera especial, al conjunto de relaciones sociales y económicas que se
establecen en cualquier sociedad y que tiene como base la religión, la ética y
la propia cultura”(Sepúlveda,
Castro y Rojas, 1998, p.9)
Sin
duda, lo que se afirma en la cita anterior, en desarrollo económico tiene que
complementarse con el desarrollo humano, aspecto que en el ámbito
medioambiental representa un fuerte compromiso del hombre como actor principal
en la preservación de los recursos. El desarrollo no podrá, en efecto,
mantenerse en el tiempo si las condiciones sociales, medioambientales y
económicas del mismo nos son abordadas de forma integrada y equilibrada.
Por
tal motivo, la idea central del desarrollo económico es, asegurar la riqueza de
los países a largo plazo para para contribuir a la sociedad con altos
estándares de vida; contextualizando este término entonces, se puede afirmar
que se tendrán que planificar políticas y acciones claras para el
crecimiento.
En cuanto al tema del desarrollo ambiental, considerado como desarrollo armónico entre la diversidad de ecosistemas, el hombre y su ambiente en el mismo territorio, de modo tal que se puedan llevar a cabo los objetivos de orden social, económico y cultural, sin dañar la naturaleza, como su nombre lo indica, es la implementación de modelos de gestión para la conservación del ambiente y los recursos renovables, la clave de esto es:
[…]
garantizar una gestión responsable y sostenible de los recursos naturales.
Quiere legar a las generaciones futuras un entorno natural igual o mejor que el
actual, lo que implica reducir las emisiones contaminantes, una mayor
eficiencia en el uso del agua, el suelo y los recursos naturales. Ídem
Lo dicho hasta aquí amerita abstraer el contexto del desarrollo político institucional como el elemento que permite establecer las directrices del desarrollo como tal:
Esta
dimensión considera la estructura y el funcionamiento del sistema político sea
nacional, regional o local; asimismo, es el nicho donde se negocian posiciones
y se toman decisiones sobre el rumbo que se desea impartir al proceso de
desarrollo. Por otro lado, se afirma en el sistema institucional establecido
para orientar y operacionalizar el sendero de desarrollo escogido. (Sepúlveda,
Castro y Rojas, 1998, p.10).
Sintetizando pues, el desarrollo sostenible no se puede alcanzarlo sólo con decisiones políticas (en la mayoría intrascendentes), sino más bien con prácticas responsables desde una perspectiva de mejora continua (Planificar, Hacer, Verificar, Actuar), pertinente con las regulaciones gubernamentales y/o internacionales como por ejemplo, los propósitos de desarrollo humanos de las Naciones Unidas, a fin de contribuir a la conservación de los recursos y el medioambiente en pro de las futuras generaciones.
Gestión estratégica
En
la búsqueda para visualizar el grado de correlación interdisciplinar del valor
compartido, se arriba al campo de la gestión estratégica; para comprender su
ámbito de acción, es necesario enfocarla desde la planeación; así, la
Planificación Estratégica es:
El proceso por el
que una organización, una vez analizado el entorno en el que se desenvuelve y
fijados sus objetivos a mediano y largo plazo, elige (selecciona) las
estrategias más adecuadas para lograr esos objetivos y define los proyectos a
ejecutar para el desarrollo de esas estrategias. Todo ello estableciendo un
sistema de seguimiento y actualización permanente que adapte los citados
objetivos, estrategias y programas a los posibles cambios, externos e internos,
que afectan a la organización. (Roche,
1996, p.23)
Examinaremos
brevemente ahora la definición de gestión estratégica. Según Tang
(2000), ¨La Gestión Estratégica
puede ser vista como: El arte y/o ciencia de anticipar y gerenciar
participativamente el cambio con el propósito de crear permanentemente
estrategias que permitan garantizar el futuro del negocio¨ (p. 106).
Todo esto, a partir de la concepción epistemológica, configura una interacción sin duda irrefutable entre la planificación y la gestión estratégica, por cuanto los dos enfoques sostienen la idea de afianzar el futuro de las organizaciones, la una porque se ocupa de la creación, seguimiento y control de las estrategias, mientras que la otra (gestión), es la que genera desde la evaluación retrospectiva hacia la visión prospectiva, la necesidad de tales estrategias y de cómo llevarlas hacia la meta, en escenarios permanentes de cambio.
DISCUSIÓN
El enfoque multidimensional del valor compartido
Antes
de continuar, conviene subrayar que la perspectiva multidimensional del valor
compartido emerge como resultado del contraste de las ideas expuestas en las
bases teóricas de este documento, así como de la interpolación de dos términos
claves, el valor y el desarrollo sostenible, que a la vez como se mencionó en
las primeras líneas del resumen, deriva en un nuevo constructo, mismo que se
tratará de explicarlo en los acápites subsiguientes.
Pues
bien, Niccolas,
Garnica, y Torres (2012),
con respecto a este tema manifiesta, ¨La idea básica es pensar y actuar de
manera integral y consciente sobre las necesidades que prevalecen en la
sociedad y los beneficios que se pueden alcanzar en el sector social, a través
de la actuación empresarial¨ (p.3). Este criterio es reafirmado por Porter y
Kramer (2011), quienes sostienen que:
El concepto de
valor compartido difumina la línea entre las organizaciones con y sin fines de
lucro. Están apareciendo rápidamente nuevas empresas híbridas. Por ejemplo,
WaterHealth International, una firma con fines de lucro y de rápido
crecimiento, usa técnicas innovadoras para purificar el agua y distribuir agua
potable a un costo mínimo a más de un millón de personas en zonas rurales de
India, Ghana y las Filipinas. (p.7)
En
segunda instancia, para concatenar el sentido del análisis, como ya se indicó
en parágrafos anteriores, según García
(2013), ¨la sostenibilidad tiene una triple dimensión: económica, social
y medioambiental¨ Mirando éstos dos
criterios que anteceden, se evidencia el aspecto dimensional tanto del valor
como de lo sostenible, de allí la justificación de este enfoque, ¨la
responsabilidad de todos es unir lo económico, ambiental y social¨ (Mutis, 2013, p. 115).
En
definitiva, los argumentos planteados reflejan la perspectiva multidimensional
del valor compartido, argumentos válidos para sugerir como mecanismo de gestión
estratégica para las organizaciones, “Las empresas que tengan como estrategia
la creación de valor compartido son las que van a tener éxito en los próximos
20 años. El valor compartido es la oportunidad de crecimiento y de innovación
más grande de la economía global¨. Ídem,
p. 118.
El enfoque sostenible del valor compartido
En
consideración al desarrollo sostenible existen objetivos, tales como: La
conservación, el crecimiento y la calidad de vida, que conllevan el compromiso
y la responsabilidad de todos los actores económicos y sociales; no hay forma
ni camino para evadirlos, tal es así que los gobiernos centrales y locales
están concentrando sus políticas hacia este campo, muy vulnerable, por cierto,
a fin de evitar el colapso de sus recursos.
Tomando
en cuenta la reflexión anterior, la conclusión es que se debe aceptar la
coincidencia simbiótica ente el valor compartido y el desarrollo sostenible,
argumentos válidos para sugerir como mecanismo de gestión estratégica para
aquellos ¨emprendedores sociales […]. Como no están encerrados en el estrecho
pensamiento de negocios tradicional, los emprendedores sociales suelen estar
muy por delante de las corporaciones establecidas en lo que se refiere al
descubrimiento de estas oportunidades¨ Porter
y Kramer. Op. cit., p.10.
Se
puede condensar lo dicho hasta aquí entonces que, desde los argumentos
expuestos, el valor compartido desde la cosmovisión sostenible como estrategia
empresarial, constituye, en este tiempo,
la columna vertebral para el aseguramiento de las organizaciones,
garantizando su continuidad en el futuro porque, incuestionablemente,
desarrollo sostenible es una nueva cultura; una nueva conciencia ecológica,
económica y ética hacia el ser humano y el ambiente, así como una postura
conservacionista de los recursos que garanticen la sostenibilidad económica y
social de los países.
El enfoque estratégico del valor compartido
El
siguiente punto es, explicar por qué el valor compartido constituye una
alternativa estratégica de impacto sostenible. Para demostrar esta opinión es
necesario partir de la definición de estrategia. Grönroos
(2010), por ejemplo, plantea
que la estrategia es “la selección y organización de actividades futuras que,
partiendo de los recursos disponibles, se estructuran armónicamente con miras a
logro de determinados objetivos” (p. 4).
En
este mismo orden de ideas, la búsqueda de evidencias para consolidar la noción
estratégica que se propone, parte de una introspección clave de los autores de
la teoría del valor compartido:
“La teoría
estratégica dice que para tener éxito, una empresa debe crear una propuesta de
valor distintiva que satisfaga las necesidades de un conjunto escogido de
clientes. La empresa obtiene una ventaja competitiva con la forma en que
configura la cadena de valor o el conjunto de actividades involucradas en la
creación, producción, venta, entrega y respaldo de sus productos o servicios. Ídem,
p. 6.
Por
otra parte, desde la filosofía administrativa, la visión estratégica
corporativa según Palacios
(2010) es vista desde el enfoque siguiente:
Cualquier empresa
que desee tener éxito y busque beneficios tendrá que someterse a un sistema
formal de dirección estratégica. La compañía debe comprometerse, no solo para
obtener los niveles más altos de eficiencia, eficacia y productividad, sino
para asegurarse de disminuir los riesgos de fracaso mediante una correcta
investigación, planeación, estudio e innovación. (p.8)
Vale
la pena decir entonces, conforme a lo expuesto, que es imprescindible (un
imperativo ético) gestionar los negocios con detalles distintivos; no se habla
de aspectos diferenciadores con la competencia solamente, sino de políticas
creativas e innovadoras que contribuyan a crear bienestar y satisfacción
social; mejora en la calidad de vida; y, crecimiento económico de la comunidad
y el país. Lograr estos desafíos, en la actualidad en este mundo competitivo y
globalizado requiere de la toma de decisiones que conecten el aspecto
sostenible con la creación de valor social para alcanzar los objetivos y para
ello se requiere montar la estrategia.
Rompiendo fronteras con un nuevo concepto de gestión:
El nuevo paradigma
A
través de la experiencia del autor de este documento, ha sido factible
estructurar bases teóricas desde razonamientos administrativos sobre creación
de valor que luego han sido enlazados hacía, como se ha recalcado en secciones
anteriores, la dimensión sostenible. Quienes refutan la idea del valor
compartido (porque existen detractores como en todos los ámbitos del
conocimiento y las ciencias), piensan que este modelo (paradigma) es muy
trivial para aplicarlo, pero a la luz de los acontecimientos mundiales y los
problemas pos- modernos, son más complejos; la supervivencia de las empresas
depende (ya) hoy en día de su comportamiento proactivo hacia la aceptación del
cambio y las soluciones creativas.
Entonces, la respuesta inmediata a los cambios demanda de soluciones integrales, y por supuesto el clásico cambio de paradigma. Empero parecería muy fácil, sin embargo la realidad es otra, las empresas en la actualidad son vulnerables a las variaciones económicas y la volatilidad de costos financieros; un cambio de paradigma exige una postura resiliente, libre de temores para alcanzar metas altamente efectivas; a las organizaciones, desde nuestra perspectiva, no les queda otro camino que adaptarse a estos nuevos modelos y, no podrán lamentablemente evadir cuestiones legales mandatorias de los gobiernos y organismos internacionales alineados al desarrollo sostenible.
Por
lo tanto la gestión estratégica
multidimensional de las empresas será de impacto en la medida que ésta sea la
prosecución de la práctica del valor compartido (en este caso sostenible) que
se adapte a los cambios, en vista de que
como lo afirma Revista
CLIC (s. f.)
El DS, ¨no es un estado de armonía permanente sino un proceso de cambio¨ (p.35).
El comienzo del éxito intra e interinstitucional está por así decirlo ya marcado. Volver atrás sería dar un
paso en falso. Las empresas del mundo, deben entender que el cambio hacia el
desarrollo sustentable es factible y no una utopía; por consiguiente, están
obligadas a contribuir con la preservación del planeta y la vida del ser humano
De las evidencias anteriores, en este punto, se extraen los elementos
que van a permitir contextualizar el constructo valor compartido sostenible.
Por tal motivo se procede a accionar esta expresión discerniéndola a través del
concepto de constructo. En primera instancia, Malhotra (1993), citado por (Domínguez
, 2016), dice que: “Un constructo es una característica o fenómeno que será
medido” (p. 166). Éste fenómeno según
McDaniel y Gates (2005), citado por los mismos autores, “es un tipo específico
de concepto que existe en niveles más elevados de abstracción que los conceptos
cotidianos” (p.166).
Explorando un poco más sobre esta
idea, (Botella
y Feixas, 1998) consideran que:
[…] constructo puede tener como elemento a otro. Por ejemplo, un cliente
en psicoterapia divide sus relaciones personales mediante el constructo ″amigos
versus críticos″. Aquellos a quienes considera ″críticos″ se dividen a su vez
en ″envidiosos versus incomprensivos″. Por lo tanto, el constructo ″envidiosos
versus incomprensivos″ es, funcionalmente, un constructo subordinado a ″amigos
versus críticos″ (supraordenado al anterior). (p.41)
Avanzando en estos razonamientos, se puede evidenciar que el constructo
básicamente es lo que ciertos autores lo denominan “una etiqueta verbal”, que
separa los elementos en función del atributo específico que abstrae, por
ejemplo: bueno y malo, simpático y antipático, constructivista y objetivista,
transparente y opaco”. Ídem, p. 47.
Consecuentemente al construir esta
característica del valor en la dimensión sostenible pasa a ser un concepto de un nivel más elevado
porque la creación del valor compartido es una teoría que se compone entre el
interés económico y el bienestar social, es posible conectarla con el valor sostenible; dicho de otra manera, en
materia corporativa las empresas lograrán resultados más exitosos en la medida
que sus políticas alcancen un nivel superior frente a sus competidores, no sólo
creando oportunidades de desarrollo sino también involucrándose con sentido de
pertenencia y compromiso por el uso cuidadoso y responsable de los recursos,
algo que sí es factible si consideramos por ejemplo el caso a Nestlé,
organización líder en el mundo que
promueve y trabaja desde estos enfoques de gestión.
Vale la pena decir entonces, que la creación de valor compartido
sostenible, desde la perspectiva del análisis realizado, surge como un concepto
digno de ser propuesto en el campo de la investigación doctoral porque sus
aportes serían indudablemente significativos; es evidente que las barreras
paradigmáticas anacrónicas de los administradores serían el primer obstáculo
para un re-direccionamiento gerencial, pero puede ser el inicio de cambios
relevantes como afirma Seth Godin el gurú del marketing: “El cambio es
incesante e implacable; por tanto, la mejor estrategia es aceptarlo y
evolucionar.”
Por consiguiente, el Valor Compartido Sostenible significa la gestión estratégica con políticas y procedimientos
que refuerzan la competitividad de las empresas a la par con el avance y mejora
de las condiciones económicas y sociales de la colectividad en su conjunto, en
las cuales subyacen el comportamiento
responsable y honesto que acredite el mantenimiento del equilibrio, entre la
empresa, el uso de los recursos y el medio ambiente, en las operaciones productivas; que brinde
apoyo a los proveedores y empleados involucrados, afianzando las relaciones con
la sociedad; efectuando inversiones a largo plazo que beneficien a la comunidad
y a los accionistas de la empresa, en sinergia con los diversos actores de
sistema, no desestimando el enfoque económico de la sostenibilidad concerniente
al mantenimiento de una ganancia sostenible en el tiempo, que promueva un mayor consumo per cápita y más utilidad de recursos
naturales y tecnológicos; y, un mayor bienestar, por encima
de los criterios
de eficiencia economicista, a fin de que las generaciones
futuras tengan más oportunidades.
CONCLUSIONES
El
constructo valor compartido sostenible como se evidenció en el análisis, rompe
con los enfoques tradicionales de responsabilidad, desarrollo sostenible y
creación de valor, en virtud de que, al ser una teoría multidimensional, crea
un sentido de propósito estratégico, que, de implementarlo en las
organizaciones, los resultados serían efectivos y sostenibles en el largo
plazo.
Es importante destacar que responsabilidad social corporativa se diferencia del valor compartido sostenible en cuanto a la visión en el tiempo. Según el análisis, en el primer caso es una cuestión filantrópica mandatoria, que en muchos casos es voluntaria; en el segundo caso, es un compromiso, un paradigma de orientación al servicio y al desarrollo común a través de la creación de fuerzas sinérgicas que benefician a toda la población.
Simultáneamente,
las teorías expuestas evidencian aportes significativos en el sentido de que la
creación de valor compartido no representa solamente un trabajo de filantropía,
más bien representa prácticas estratégicas de crecimiento que crean a la vez
valor económico y valor para la sociedad trabajando en interacción con el
progreso social.
El
desarrollo de políticas para la gestión sostenible es una ventaja competitiva
porque contribuyen a crear un mundo con mejores condiciones de vida para todos
no sólo más sostenible sino más ética. Es por esto que los países y la
comunidad internacional en general, deben asumir una postura responsable y consciente
en la compra y el consumo de bienes para evitar la degradación del planeta.
La
creación de valor compartido como constructo, integra varios componentes para
la gestión empresarial; como todo desafío de cambio, no soluciona todos los
problemas de la sociedad, sin embargo, contribuye al manejo responsable los
recursos, y capacidades de gestión para que las empresas puedan liderar en el
contexto social y la diversidad de los pueblos.
Las organizaciones locales y mundiales tienen el desafío de articular sus estrategias económicas con la responsabilidad social y sostenible, el manejo irresponsable de los recursos y la poca visión estratégica en materia social están llevándolas al fracaso, aspecto que tiene impacto negativo en las economías porque se crea a su vez problemas sociales por el aumento del desempleo, lo que genera a su vez pobreza.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Artaraz, M. (2002). Teoría de las Tres Dimensiones de Desarrollo
Sostenible. Ecosistemas - Revista de Ecología y Medio Ambiente, 2.
https://doi.org/10.7818/RE.2014.11-2.00
Botella, L., y Feixas, G. (1998). La teoría de los constructos
personales: Aplicaciones a la práctica psicológica. Barcelona: FPCEE
Blanquerna. https://doi.org/10.13140/RG.2.1.1046.2482
Cancino, C., y Morales, M. (2008). Responsabilidad Social
Empresarial (1st ed.). Santiago de Chile: Universidad de Chile, Facultad de
Economía y Negocios.
Cayuela, D.,
Cervantes, G., Sabater, A., y Xercavins, J. (2005).
Desarrollo sostenible. Barcelona: Edicions UPC.
Domínguez, S. (2016). Procedimiento para la formulación de
constructos en mercadeo. Revista de Métodos Cuantitativos Para La Economía y
La Empresa, 22(22), 164–189. Retrieved from
https://doaj.org/article/6b1362583ece4437b859c1b14380d87f
Franklin, E. (2007). Auditoria administrativa:
gestión estratégica del cambio. Pearson educación.
García, R. (2013). La dimensión económica del
desarrollo sostenible. Editorial
Club Universitario.
Grönroos, C. (2010). Value ‐ driven relational marketing : From products to
resources and competencies Value-driven Relational Marketing : from Products to
Resources and Competencies. Journal of Marketing
Management, (November 2012), 37–41.
Gudynas, E. (2003). Ecología, economía y ética del
Desarrollo Sostenible. (C.-C. L. A. de E. Social, Ed.), Ambiente y
sociedade (1st ed., Vol. 6). Quito - Ecuador: Ediciones ABYA-YALA.
https://doi.org/10.1590/S1414-753X2003000300011
Gutierrez, J., y Pozo, T. (2006). Modelos teóricos
contemporáneos y marcos de fundamentación de la educación ambiental para el
desarrollo sostenible. Revista Iberoamericana de Educación, 41(41),
21–68. Retrieved from http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2168796yinfo=resumenyidioma=SPA
Kluyver, C.(2001). Pensamiento estratégico: una
perspectiva para los ejecutivos. Pearson Educación.
Muñoz, J. (2013). Ética empresarial, Responsabilidad Social
Corporativa (RSC) y Creación de Valor Compartido (CVC). Globalization, Competitiveness and Governability, 7(3), 76–88.
https://doi.org/10.3232/GCG.2013.V7.N3.05
Mutis, G. (2013). Valor compartido, una estrategia
empresarial de alto impacto. Semana Sostenible, 115, 114–118.
Niccolas, H., Garnica, J., y Torres, A. (2012). Retos de las
ciencias administrativas desde las Economías Emergentes: Evolución de
Sociedades. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey,
1–24.
Palacios, L. (2010). Dirección Estratégica (2nd ed.).
ECOE EDICIONES.
Porter, Michael ; Kramer, M. (2011). La creación de valor
compartido. Harvard Business Review.
Riechmann, J. (1995). Desarrollo sostenible: la lucha por la
interpretación. De La Economía a La Ecología, 1–20. Retrieved from
http://www.ceh.cl/wp-content/uploads/2009/12/Desarrollo-sostenible-la-lucha-por-la-interpretaci+an.pdf
Ríos, M. (2001). Análisis cognitivo-axiológico del
discurso publicitario en la prensa económico-empresarial en lengua inglesa (Vol.
81). Universidad Almería.
Roche, F. (1996). La planificación estratégica en las
organizaciones deportivas (Vol. 26). Editorial Paidotribo.
Sepúlveda, S., Castro, A., y Rojas, P. (1998) Desarrollo
sostenible de agricultura: instrumento de trabajo para estimar el nivel de
desarrollo sostenible. IICA Biblioteca Venezuela.
Tang, J. (2000). Gestión Estratégica: navegando hacia
el cuarto paradigma. Juan Carlos Martínez Coll.
Trujillo, M., y Bedoya, R. (2006). Responsabilidad ambiental
como estrategia para la perdurabilidad empresarial. Univ. Empresa, Bogotá
(Colombia), 5(510), 291–308. Retrieved from
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=187217412013